Los 5 pasos del proceso creativo

–Tengo una idea brillante de negocio– dijo un amigo mío mientras tomábamos un café en una soleada mañana.

–¿Ah, sí? – le pregunté yo con interés – ¿Y la has compartido con alguien?

– No, aún no. No quiero que me la roben.

Esta situación la he vivido en carne propia y en boca de otras personas varias veces. Muchos emprendedores tienen miedo de compartir sus ideas con fondos de capital de riesgo o ángeles inversores, y la verdad es que esta situación me genera mucha curiosidad sobretodo desde el prisma de la creatividad. Le damos un enorme valor a la idea por sí misma, como si fuese algo que asegurara el éxito de un proyecto. Thomas Alva Edison aseguraba que el éxito era “10% inspiración y 90% perspiración”. Por algo será que las oficinas de propiedad intelectual no aceptan registrar las ideas, ni otorgar patentes sin un grado mínimo de desarrollo.

En segundo lugar, también observo que parece que las ideas sean algo tan único, personal e intransferible que sea difícil querer compartirlas con los demás a menos que haya un motivo muy de peso. La creatividad proviene precisamente de las ideas que se forman partiendo de una información ya existente. Estudios de Programación Neurolinguística y Trances Generativos afirman que tenemos una capacidad infinita como seres humanos para recolectar información a nivel inconsciente y convertirla en consciente al poner nuestra atención en ella. 

¿Por qué mi amigo no quería compartir su idea con nadie? Solo puede saberlo él ya que no soy Jedi como para leer la mente, pero puedo asumir que es porque desconoce que hay procesos que facilitan la creación de ideas. Uno de los que más me gusta fue publicado en la década de 1940 por el publicista estadounidense James Webb Young en su libro A Technique for Producing Ideas y consta de 5 pasos:

  1. Recopilación de materiales en crudo. Este paso consiste en ir agrupando a lo largo del tiempo materiales que consideramos de interés. ¿Alguna vez has guardado algún un artículo de revista?, ¿Tomas notas o marcas algún pasaje de un libro que te gusta?, ¿Tomas fotos de sitios que te inspiran? Entonces vas por buen camino. Esta fase implica un cambio de paradigma, que las ideas no surjan de la nada, sino que provengan de información ya existente almacenada en nuestro inconsciente.

  2. Trabajar con esos materiales en la mente. Repasamos los materiales recopilados. Igual que volver a probar una comida, darle una mordida e irla saboreando. Pudiendo denotar sus distintos ingredientes y masticando despacio para tener una buena digestión. Esta labor hace que nuestra mente vaya agrupando el material y colocándolo de forma que se vaya asimilando. Un consejo que nos da James Webb Young es que una vez que estemos en un punto de saturación de información, por haber estados horas haciendo esta revisión, nos mantengamos en ella sobrepasando el momento donde nuestra mente nos decía no más. Pararemos cuando estemos verdaderamente saturados.

  3. Incubación. Con el paso anterior nuestra mente está confusa, no hay claridad y se genera una situación de incomodidad. ¿Has estado alguna vez en algún paraje donde frente a ti hay una neblina densa que no te permite ver bien? Seguro que en algún momento la neblina se fue aligerando hasta que pudiste distinguir formas y colores. En esta fase sucede algo parecido. Debes dejar de hacer. Descansar. Buscar algo que te guste y te divierta, como ver una película en el cine, caminar en un parque o jugar con tu perro. Aquí dejamos que nuestra mente trabaje por sí misma, sin interferir.

  4. Nacimiento de la idea. Estoy seguro que has tenido un momento donde has gritado Eureka al tener una muy buena idea. ¿Recuerdas qué estabas haciendo? Igual te estabas duchando, conduciendo o caminando. Las ideas nacen cuando nuestra mente se calma y para ello nuestro cuerpo tiene que soltar la tensión implicada en buscar la idea.

  5. Formación y desarrollo de la idea con usos prácticos. En esta última etapa se pule la idea para que cumpla nuestro objetivo y adquiera un sentido práctico. Se involucra a la otra parte del cerebro para que le vaya dando más forma. En cierto grado es aplicarle una experiencia de vida, o la visión de otros, y adecuarla. Esta etapa es el vínculo al proceso de innovación y está el 90% de perspiración que decía Edison.

Las ideas son muy valiosas. Pueden ser la solución a muchos problemas de hoy en día, como el calentamiento global o la contaminación por residuos plásticos. Pero difícilmente las ideas valen por sí mismas. Hay que pulirlas y una buena manera es hacerlo rodeado de gente que te pueda dar su opinión. 

¿Te animas a compartir siguiente gran idea?

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